La unidad de los trabajadores es fundamental para lograr las justas demandas que surgen de las necesidades que día a día viven en sus centros laborales. Ya que en los periodos de negociación colectiva el patrón utilizará todos los elementos que tenga a su alcance para impedir que estas demandas sean alcanzadas. Intentará negociar a puertas cerradas con los dirigentes sindicales, negociar con parte de los trabajadores y hasta incurrir en amenazas de despidos. Para hacer frente a esto es necesario que las decisiones sindicales se tomen de manera democrática, que los dirigentes no tengan la facultad de tomar decisiones sin consultar a la asamblea, y en caso que el empleador no quiera aceptar lo pedido no darse por vencidos y paralizar sus funciones, porque la suma de su trabajo es el elemento indispensable para el desarrollo de toda actividad, la que junto con la unidad y la lucha les dan una fuerza inconmensurable para lograr lo pedido.

Así, si un trabajador paraliza sus funciones, en demanda de lo justo, sólo logrará su despido, sin embargo, si todos los trabajadores paralizan sus funciones, lograrán detener el proceso productivo de la empresa, por lo cual el empleador dependerá completa e irremediablemente del conocimiento y la mano de obra de los trabajadores para el funcionamiento de la empresa, no así los trabajadores que al solidarizar entre sí y mantener la cohesión no dependen en lo absoluto del patrón develando la naturaleza parasitaria de dicho empleador.

Con el transcurso de la historia lo anterior se tornó una cuestión evidente para la clase dominante, por lo que los liberales, al alero de la dictadura militar, para establecer y consagrar su ideología en nuestra sociedad y poder así acumular más riquezas en desmedro de la calidad de vida de los trabajadores, han introducido variados mecanismos legales de desunión o desorganización de los trabajadores, tales como la imposibilidad de crear una nueva central única de trabajadores, considerando que la existente no tiene ningún poder negociador, lo cual quedó demostrado en los dos paros nacionales convocados hace un par de años, donde con suerte adhirieron los estatales, además sus dirigentes se han mostrado públicamente a favor del gobierno y sus prácticas antisindicales, por ejemplo aceptando la nueva ley de subcontratratación, y peor aun participando de su elaboración y levantándola como un gran avance de la clase trabajadora. Es acá donde se hace más evidente la existencia de una burocracia sindical que no tiene otro objeto que ser el vocero de los empresarios ante los trabajadores, esto también se reproduce en los sindicatos de las empresas donde se hace indispensable romper con las estructuras clásicas del sindicalismo, donde todas las responsabilidades recaen en el dirigente y los trabajadores de base solo acatan sus decisiones. Además los trabajadores se encuentran imposibilitados legalmente de negociar colectivamente por rama, la negociación inter-empresas que se hace indispensable con la nueva ley de subcontratación (los trabajadores subcontratados del cobre dieron un ejemplo que con unidad y lucha se puede sobrepasar la legalidad y obligar a los empleadores a responder a sus demandas), en lugar de esto incentivan la multiplicidad de organizaciones sindicales al interior de una empresa, bajo el pretexto de la "Libertad" sindical.
En la actualidad todas estas trabas se han traducido en una gran perdida de la eficacia de la organización sindical y consecuentemente en un desincentivo para los trabajadores en lo relativo a la creación y participación en este tipo de organizaciones. Esto se demuestra al ver los índices de sindicalización nacional, los cuales bordean apenas el 10% del total de la fuerza laboral, lo que responde claramente a la maquinaria represiva encabezada por el "tata colores" y la junta militar, que simultáneamente con las reformas implantadas por los "Chicago Boys" dieron pie para que en los noventa al sonido de "la alegría ya viene" la concertación y sus burócratas continuaran con el trabajo sucio de la atomización de los trabajadores y el fortalecimiento del sector privado, reflejando sus intereses en la precariedad laboral, la subcontratación y el progresivo debilitamiento de la organización de los sindicatos , en los cuales para colmo de males empezaron a tener injerencia operadores políticos del pacto social (alianza-concertación-PC), los cuales sólo apuntaron hacia reformas parciales para los más precarizados, asegurando un margen de utilidad bastante bueno para las empleadores, todo esto por supuesto en el marco de la institucionalidad que entregan los que sostienen el sistema de explotación. Para ellos es mucho más productivo entregar soluciones parches a los precarizados, a que el pueblo comience a reclamar y exigir sus derechos, o sea, a organizarse.
Aparentemente existen dos vías para solucionar la falta de unidad en el movimiento de los trabajadores, una emanada de la clase política y la otra desde los mismos trabajadores. La primera vía es técnicamente posible, ya que la clase política podría incentivar la organización de los trabajadores, por medio de la imposición de leyes que intervengan las estructuras organizacionales de las empresas. Sin embargo, esto no ha sucedido, a pesar que la mayoría de los electores del supuesto sistema democrático nacional pertenece a la clase trabajadora. La contradicción expuesta se explica porque la clase política, hermana de la clase alta, responde ante todo a los intereses económicos empresariales. Por lo tanto, los trabajadores para acabar con la explotación (y sus derivados como la precaridad laboral) de la que son objeto han de prescindir de intermediarios y en especial de la clase dominante, por lo que han de actuar por sí, organizándose para lograr la unidad que requiere la consecución de sus demandas y recuperar la conciencia de que son capaces de la defensa de sus intereses, sin pedirle permiso ni al estado ni al patrón.
Finalmente para ejemplificar que es posible la reorganización de los trabajadores lo expuesto anteriormente puede extrapolarse a nuestra Universidad y a su reciente proceso de negociación colectiva, en el cual, a pesar de la existencia de dos organizaciones sindicales, éstas decidieron negociar colectivamente en conjunto, abandonando las divisiones formales y recuperando la unidad necesaria para representar un real contrapeso a la fuerza económica que detenta el empleador. Este puede ser el comienzo de una real organización de base, la cual de no mediar los vicios enunciados puede llevar a los trabajadores a un nivel tal de organización que les permita autodeterminarse. Por esto saludamos fraternalmente la lucha de los trabajadores de ésta casa de estudios y de nuestro país, y los instamos a una real organización en la que todos participen para el beneficio de todos.

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